Casos: Burbuja a la japonesa

vía Inversiones Inmobiliarias de bloginmobiliario el 12/01/12

La magnitud de la burbuja inmobiliaria y bursátil que vivió Japón entre 1980 y 1990 se considera una de las mayores de la historia moderna, cuyos efectos aún hoy se sienten en su lastimada economía.
La fuerte vocación exportadora japonesa permitió el ingreso de grandes capitales en forma de beneficios. El superávit comercial de la década del '80 fue empleado para la adquisición de tierras y acciones, de forma que el precio de estos activos comenzó a crecer de forma espectacular. Así comenzó a gestarse una espiral ascendente, donde el auge del mercado inmobiliario alimentaba el del mercado de valores, y éste, a su vez, revertía sobre el de las propiedades, es decir, el incremento del precio de la tierra aumentaba el valor de las empresas que tenían propiedades, lo que les daba garantías para adquirir más acciones, generando la burbuja.
En los 35 años que transcurrieron entre 1955 y 1990 el valor de los inmuebles se multiplicó por 75 y llegó a suponer el 20% de la riqueza mundial. El entorno metropolitano de Tokio llegó a tener el mismo valor que todo Estados Unidos y si se hubiera vendido el Palacio Imperial de Tokio se hubiera obtenido el equivalente al valor de todo el estado de California. El boom inmobiliario de Japón de los años ´80 llevó a la isla a valer varias veces lo que todo Estados Unidos.
En aquel tiempo, el gobierno de Raúl Alfonsín vendió la embajada argentina en Tokio por US$ 400 millones (el mismo monto de las Reservas del Banco Central en ese momento), unos 2.000 millones de dólares en moneda de hoy. A fines de los ochenta, la Argentina estaba en una de las entonces habituales penurias de reserva de divisas. No se podían pagar vencimientos imperiosos, y ni pensar en un default: las consecuencias pintaban feroces. Se recurrió a la venta del edificio de la Embajada en Tokio. Había sido comprada durante la gestión de un marino en la embajada, en tiempos de gobiernos militares, y su valor se había multiplicado varias veces al compás de un crecimiento del precio de los terrenos importantes de la capital nipona (sólo entre 1984 y 1989 se multiplicaron por cuatro). Se vendió, se pagó el vencimiento, y la Argentina comenzó a alquilar.
El final
Entre los factores que propiciaron el estallido de la burbuja financiera podemos encontrar los siguientes: la permanencia del régimen financiero japonés y su incompatibilidad con la nueva dinámica mundial, la política monetaria permisiva del Banco de Japón, la falta de información y las decisiones equivocadas que dificultaron la difusión de los datos necesarios para calibrar la dimensión del problema bancario.
Otro factor importante fue un exceso de créditos. Este crecimiento de liquidez sirvió para inflar la burbuja especulativa. Las estadísticas indican que la mayor parte de los créditos otorgados en ese período iban destinados a la adquisición de activos.
Frente a un escenario descontrolado con una evidente amenaza de inflación y la depreciación del yen frente al dólar, el Banco Central de Japón, decidió aumentar el tipo de interés bancario, que pasó del 2,5 al 6%. Como consecuencia, se desplomó el índice Nikkei y de la misma manera el precio de la tierra que servía de garantía.
Los años que siguieron estuvieron marcados por la recesión económica. Aparecieron fenómenos como el desempleo, inédito hasta el momento en la sociedad japonesa; se redujo el nivel de consumo y se produjo un efecto negativo de la riqueza, que aún hoy, más de dos décadas después no se logra revertir.

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